- Viviana Mondragón Morales
Círculo de la consciencia
“No es la realidad la que vivo sino la interpretación que hago de ella a través del lente de mis creencias y convicciones. ¡Esa! Esa es mi realidad…”.
Fragmento del libro Las Huellas del Líder.
Los círculos de la conciencia son esas esferas invisibles que nos rodean y delimitan nuestras creencias. Son las ventanas desde las que miramos el mundo y que hacen que lo percibamos de una manera única, haciendo que el entorno, aunque sólo sea uno, sea diferente para cada persona y, por lo tanto, nuestro relacionamiento en él sea también diferenciado.
Los círculos forman capas, y entre más capas tengamos, más lejos estaremos de la realidad y de la realidad de los otros.
En el camino del entendimiento racional del liderazgo organizacional, comprendí que el nivel de evolución en que nos encontráramos, impactaba de manera directa en nuestras acciones y relaciones, lo que, por ende, impactaba en nuestro desempeño laboral, así como en la orientación y alineación de los equipos de trabajo que trabajan con nosotros o para nosotros.
¿Cuáles son esos niveles o círculos que nos rodean? Veamos:
Círculo 1: Soy las creencias de otros
Cuando nacemos, no sabemos acerca del mundo que nos rodea, no tenemos limitantes. Las creencias que nos formamos son las creencias de las personas en el entorno (familiares, profesores, compañeros, vecinos, comunidad). Los posibilidades o limitaciones que adquiera como creencias, serán las que me enseñen y ejemplaricen los otros.
Círculo 2: Soy una mezcla de creencias
La búsqueda de quienes somos, hace que vivamos batallas internas y externas que remodelan nuestras creencias. Requiere quitar la capa del círculo 1 y cuestionarnos. Y en este autodescubrimiento, empezamos a agruparnos con otros iguales, que nos permiten validar lo que queremos y reforzar lo que soñamos.
Círculo 3: Soy lo que quiero ser
Al identificar las “trampas” de las creencias, nos reinventamos. Quitamos una nueva capa, identificamos talentos y habilidades, damos rienda suelta al yo pleno e integral, y nos dirigimos a ser lo que soñamos ser. Esto implica dejar “máscaras y sombras” a un lado, y relacionarnos con los otros aceptándonos y entendiéndonos tal cual somos.
Círculo 4: Soy lo que debo ser
Cuando alineamos lo que queremos con nuestros potenciales, el mundo se percibe diferente y las acciones y las ideas fluyen con naturalidad. Ya no forzamos las situaciones si no que actuamos sobre ellas o con ellas, según sea el caso. Es en ese instante cuando quedo con un “círculo” justo a la medida de mi cuerpo y de mi ego, que nos permite un mejor entendimiento con los otros, porque nos relacionamos sin juicios ni condenas, nos relacionamos con comprensión, aceptación y confianza.
La cuestión es que cada persona avanza a su propio ritmo y mientras existen personas que durante toda una vida están en un primer círculo, habrá otras que evolucionen y trasciendan a otros más.
El objetivo que surge es entonces tomar conciencia del nivel en el que estamos, determinar a dónde queremos llegar y trazar la ruta, con los planes de acción, que nos permitan llegar hacia lo que debemos ser.
¿Complejo?
Requiere tiempo… y ¡dedicación! Pero el resultado será totalmente satisfactorio y liberador. Y esto potenciará indudablemente a los líderes y a los equipos de nuestras organizaciones.