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  • Viviana Mondragón Morales

Constancia


Un cuento organizacional

Constancia trabajaba con eficiencia de sol a sol.

Ella sólo quería lograr todos los retos del día a día, y superar las expectativas que tuvieran de sí misma, porque al hacerlo superaba incluso sus propias expectativas.

Constancia trabaja con alegría en un hermoso campo frutal, con frondosos árboles que se llenaban de colores justo cuando las frutas estaban listas para ser recolectadas.

Se levantaba temprano en la mañana, aún no había salido el sol, desayunaba con tranquilidad y caminaba por el sendero de la Villa, sin afán, con tiempo.

En ocasiones se encontraba con un par de amigos, y su caminar se volvía aún más alegre, más feliz.

Un día, el jefe de Constancia que se llamaba Disciplina vio el buen trabajo que desempeñaba, que todas las tareas que le proponía se realizaban y que lograba cosas aún mejores. La recolección de sus frutos era mucho más diversa y frondosa que otros de sus trabajadores, y decidió nombrarla Jefe de Recolección de la Villa.

Feliz por el nuevo reto, por la confianza de su jefe y por poder hacer que los otros también trabajaran como ella, empezó a dar órdenes de eficiencia y rendimiento por doquier.

Constancia quería que todos trabajaran con su mismo estilo, era lo único que conocía y había sido premiaba, demás que era bueno.

Sin embargo, por el contrario, en vez lograr que sus compañeros tuvieran la misma productividad y que lograran las metas, el rendimiento decayó.

Constancia se levantaba apurada, llegaba sin saber cómo hasta su sitio de trabajo, después de discusiones todo el día, salía exhausta de regreso a su casa donde ni el sueño le permitía descansar ya que recordaba los pendientes, lo que no había logrado, las discusiones y se preguntaba por qué los otros no eran tan constantes como ella.

Incluso llegó a enfermarse y su gran reputación de “siempre cumplimiento” se volvió en incumplimiento. Era tanto por hacer que ya no alcanzaba a cumplirlo, enfermedad tras enfermedad, la llevaron a incapacidad de 5 días, el diagnóstico: estrés.

Constancia el primer día se fue aburrida para su casa, “tanto trabajo que tengo por hacer, cómo se les ocurre mandarme a incapacidad”, mas, pudo compartir con su familia, recordar su gusto, disfrutar su compañía.

Al otro día, cuando despertó temprano, salió caminando sin reparo bajo los rayos del sol, y recordó la sensación que tenía al caminar anteriormente por esos senderos.

Se dio cuenta de que había perdido el sentido de lo que hacía y se preguntaba si era cuestión de su trabajo o talvez era cuestión de que no tenía las capacidades para hacerlo, si había hecho mal al haber aceptado el ascenso, sobre todo se preguntó qué debía hacer.

Constancia iba ensimismada con sus reflexiones cuando de pronto encontró una mujer mayor sentada pacíficamente, en paz, cerca de un lago. Ella miraba con tranquilidad a las aves volar, a los peces nadar, y a las ardillas correr entre los árboles.

La vio tan tranquila y tan feliz que decidió acercarse y preguntarle:

¿Cómo haces para tener esa vida tan feliz? ¿Qué haces aquí?

Ella le dijo que estaba en pausa, tomando un aire de respiro para seguir son sus actividades ya que se desempeñaba en el área de logística de la empresa frutal.

¿Cómo lo haces?

  • No pierdo la perspectiva, no pierdo el sentido ni de lo que hago ni de mí misma, y cuando veo que lo estoy perdiendo, saco este espacio acá, junto al lago, para recordar, para sentir, para reconectarme.

Después de escuchar a Constancia ella sabiamente le aconsejó:

  • No, no lo estás haciendo mal. Está bien, solo te falta corazón, corazón para ver que las personas no somos todos iguales, que cada uno tiene su propia lucha, su propia ganancia, para guiar, para aprender, ese corazón que nos hace humildes, que nos hace libres y que nos ayuda a comprender a los otros aun cuando no compartamos su manera de pensar.

No todo es eficiencia en esta vida ni rendimientos, hay veces que se logran mayores resultados con la colaboración que con la competitividad, inténtalo Constancia, eres buena en lo que haces, por algo estás ahí, por algo el jefe te eligió, solo es parte del aprendizaje, no te castigues, a medida que lo hagas lo irás aprendiendo y será tu mayor habilidad.

Constancia le agradeció y empezó a practicar.

Efectivamente las cosas empezaron a mejorar, sus relaciones, su rendimiento, la alegría, la compañía, su propia vida.

Desde entonces, la señora del lago se convirtió en su mentora, y Constancia entendió que no lo sabía todo y que ahora como jefe debía aprender entre otras cosas: a liderar, a liderarse a sí misma y a desarrollar a otros.

La señora del lago se convirtió en su Maestra Vida y ella la acompañó constantemente, con disciplina.

#Liderazgo #Habilidadesdedirección #Tomadedecisiones

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